Junto al recio pino en la ladera,
bajo el cielo estrellado y clara luna,
alejas con tu aullido desgarrado,
la sombra de la muerte oscura y fría.
En ti vive el espíritu del norte,
que encarna al Chaman de aquellas tierras,
y ahora junto a mí, mi lobo amigo,
me guardas de los males que me acechan.
En el monte paseas a mi lado,
cuando en el recojo medicinas,
que en sus hojas, raíces y semillas,
generosa me da la madre tierra.
Soy Chaman, mas al sur de tus ancestros,
y en la tierra de antiguos pieles rojas;
de Navajos... mi tribu soy nacida.
De joven estudie la medicina,
por tener un resguardo ante la ley,
mas sé bien que tu espíritu me guía,
y en la tierra que a mí me dio la vida,
enraízo mi alma y mi saber.
A ti Lobo, que guardas mi existencia,
que proteges la senda en que yo voy,
te pido me trasmitas tu agudeza,
y guardes mi entorno de penurias...
de penas, de tristezas, de muerte y de dolor.
Sentada junto al tronco de este pino,
mirando a su copa yo me encuentro,
y veo que sus ramas, en lo alto,
se visten con estrellas como manto.
La Luna me ilumina protectora,
y del tronco del árbol, sus raíces...
me cubren como capa protectora,
uniéndome al centro de la tierra,
lugar donde la vida surge y mora.
A ti, mi Lobo fiero. A ti, mi buen amigo,
sutil por percibir cuanto yo quiero,
te pido que al igual que a mí...
a él lo cuides...
y que al amor que tengo en la otra orilla,
protejas con tu espíritu y lo guardes.
Mis lagrimas que riegan tus raíces...
pino amigo... espíritu del monte,
quisiera las tomases como ofrenda,
y que tus recias raíces indomables,
las lleven hasta el centro de la tierra.
¡ A ti, Oh Madre Tierra!
¡ A ti Pino! ¡ A ti, mi Lobo amigo!
Quisiera en este tiempo de mi vida...
pediros protección, para mí…
de los Navajo la mujer medicina,
y que mi espíritu... y el del hombre
que escribe este poema,
unidos para siempre permanezcan...
junto al tuyo... mi guía, Lobo amigo.
JGL