Era un valle fértil lleno de árboles,
por el centro había un río
de aguas transparentes,
por la rivera animales sedientos
calmaban su sed.
Había una inmensidad de flores
que daban al paisaje tonos de arco iris
de todos los colores.
El río desembocaba, a través de una cascada,
en una hermosa laguna,
allí, todos los días, era el florecer
de una eterna primavera.
Era una armonía perfecta
hasta que fue descubierto por unos cazadores,
luego vinieron leñadores,
y mas tarde, unos colonos desviaron
el curso del río.
Poco a poco se fue perdiendo
ese inmenso paraíso,
todo empezó a secarse,
ya no había flores, ya no había vida.
Pero un día, una niña, de nombre Tammy
vio ese valle y le dio mucha lástima,
con todas su fuerzas rezó al cielo
y mientras oraba, de sus ojitos
caía agüita cristalina que empaparon
el suelo de aquel valle.
El Señor se sintió muy triste
de ver a esa niña llorando,
y conmovido, hizo llover mucho.
El cauce del río volvió a su lugar,
crecieron árboles, flores…
Se oía la cascada de agua que daba al lago,
los pájaros trinando de alegría.
Todo volvió a lo que era antes,
gracias a una niña, a Tammy,
una niña preciosa, alegre, contenta,
que de sus lágrimas salió vida
para dar vida a la tierra. 1905300709