"Sin dejar que mi tristeza asome,
hija mía, ni que el tiempo pese,
tomo tu mano aunque no la tome,
beso tu frente aunque no la bese."
El tiempo monstruoso me consume
y ya no hay tiempo que no me pese ,
ni llanto o pesar que no me aprese
ni que evite de mi alma el desplome;
pues, por más que mis congojas dome
dieciséis tristezas en mí verás,
mas, sé que mil risas mías aún serás
sin dejar que mi tristeza asome.
No quiero ser, ni seré más ese
que tantas ausencias te ha dejado;
tu interior, de lágrimas mojado,
tal vez aún tu rostro no exprese.
Si una nueva brecha el tiempo abriese,
como un camino de blanco esmalte,
no dejaré más que yo te falte,
hija mía, ni que el tiempo pese.
Un voraz deseo a mi alma come,
uno que ha crecido en el atraso:
Querer envolverte con mi abrazo
y querer que mi abrazo te colme.
Te quiero, hija, y a prueba ponme.
Yo juro que, en mi ausencia y estrés,
te siento muy cerca aunque no lo estés,
tomo tu mano aunque no la tome.
Quiero ya que la distancia cese
y que muera el mundo al que me alejas.
Verás mi corazón ya entre rejas
tan sólo si mi pecho se abriese;
y déjame, pues, que te confiese
algo que en mi faz quizás no leas,
que en mis sueños, aunque no lo creas,
beso tu frente aunque no la bese.