En las cálidas y estrelladas noches del verano,
a mi Cerro marcho, y a contemplarlo subo
que tan bello y tan hermoso nunca estuvo,
cual salido del pincel de artista mano.
En las frías y luminosas mañanas del invierno,
voy hasta él, como paloma que remonta y trepa
para desde allí llenarme de su aire y ver mi Estepa,
recostada en su ladera durmiendo en sueño tierno.
Hermosas torres y campiñas verdes se vislumbran,
además de un lejano horizonte abierto al mundo
y la mágica sensación de la Historia que se siente.
Estrellas y luceros titilan y a mi Cerro alumbran,
tomándolo por lugar de tradiciones muy fecundo
de vieja y sabia ciudad, con futuro en lo presente.
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El Loco del Cerro.
Estepa, 3 de agosto de 2006.