Si supiera controlar
la furia de tu ausencia,
no dudes, que en los páramos
abruptos de tu horizonte,
esparciría sueños
y redobles de tambores.
Al amplio rincón de tu contorno
se vienen a unir los cielo,
en virtud de poemas profundos
adorando tus placeres.
Inmensidad cautiva.
Damé fuerza, para satisfacer
los rayos que consumen
los tonos de mi melodía.
Aún se ofrecen en sacrificio
dejando aparte la tormenta,
los silbos, las ligaduras de mi sangre,
las ramas descompuestas
por las tinieblas de la noche.
Inmensidad cautiva.
Me queda el misero don de la palabra;
la que aquí se forma, la que corrige
otoños enmudecidos y enamora poemas,
para razonar con tu furia
y abstraerla de las sombras.
Si de los siglos florecieran versos,
tu fachada quedaría cubierta,
las sombras muertas en los hombros
y las alforjas llenas de recuerdos.
Inmensidad cautiva.