Contrarreloj toca desandar caminos
Recoger sillas, mesas y algún sueño
Un goteo de alegría y ciertas lagrimas
Bajar persianas sobre el aullido del alba
Y seguir el son triste del tamborilero
Que con débil fuerza suspira su flauta
El bullicio se transforma en ráfagas mudas
La noche es una bocanada de suspiros
Entre pinos sin humo mueren las candelas
Aún queda el eco polvoriento de cantes
Y el Quema es un vagabundo sin gentío
A la espera de esa corriente paciente
Que volverá atravesarlo camino del Rocío.