LA PRINCESA DE HIELO.-
Pereza en mis pestañas
y en mi estilográfica veneciana,
contemplando el ocaso tedioso
desde mi ventana.
Iré, llego y me fui
por donde, lentamente,
me aproximé.
Escapándome. Cuestionándome.
Sin saber por qué.
Como huidizo escorpión herido,
rodeado por las brasas
de las aguas del ayer:
Efímeras y macilentas promesas
de un nostálgico tamborilero
que queda sin palabras
ni charanga ni pasión.
Simplemente un adiós.
Un adiós de la constelación
bucólica de tu boca,
educada con esmero.
Y las nubes arquean sus algodones,
como si fueses una princesa
que vaga dulcemente
con su turquesa y sus camafeos.
Así, en el triángulo del minuto presente,
me di cuenta que la vida iba en serio.
Así, me transfiguré
en el escorpión de la princesa de hielo.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!