A mi única y fría almohada

Aquí me encuentro ante la soledad de la noche, mirando retratos viejos y ajados por el tiempo. Un tiempo que sabe de tí y de mí, El trata de arruyarme contándome de tu silencio, de tus inciertas y silentes desapariciones. El tiempo me acusa de ser infiel ante mi amargura de mirarme entre cuatro paredes y una almohada, una pues la otra se ha marchado tiempo atras pues no hay ya quién la ocupe. Es el tiempo quien fríamente me señala un calendario vacío, sin horas que contar, ni dias que seguir, sin meses que marcar ni mucho menos años que contar. El tiempo pasa entre las hojas abiertas de un reloj quien se mueve cada segundo, unos segundos que nada me dicen, nada sienten, solo un tic tac vacío, que aún no se a dónde van. Cuento unos días sin números que contar, solo pensamientos casi esfimeros y vacíos. Tejo unas clinejas de segundos enredádose entre las líneas de un vacío poema, el tuyo, un poema que habla de ti aunque no te encuentra entre sus bordados ni encajes. Miro al centro y es solo tu ausencia cantando en silencio, veo también la callada noche abrazada a mi única y fría almohada quien se amolda muy bien ante tu ausente mirada de aguila furtiva, miro tu sombra entre las montañas de tu encontrada ciudad de anhelos y progresos. Sabes ya mi ciudad se ha perdido entre los hilos escondidos de mi brasier quien juntando el calor de mis pezones se amoldan a ese tu extraño silencio. Qué eres? Qué soy? Siento que siendo todo, me haces nada. Justo cuando la soledad abraza a mi única y fría almohada tan anhelante de ti.