Puede que hoy nos avistemos, al cruzar de aceras.
Que todo éste tiempo, en algún lugar perdido
Encontraste las lágrimas que desaparecieron
Tras los callejones de media noche.
Y que tú te acuestes, mirando las tejas,
Que hay allí afuera, y no consigas ver las estrellas,
Por que unas negras lágrimas de carmín
Son tan espesas que no avanzan como tú quisieras.
Y mientras, en algún punto de ésta misma ciudad,
Tres calles más arriba, según pone el el GPS,
Una ventana cerrada, por la vehemente lluvia de octubre,
Custodia adentro a un colibrí con un mensaje
Tatuado en su pico; son recelos aojados
Por la afonía de tus recuerdos que bogan
Y tropiezan con las piedras de mi ombligo.
Pero aquí estoy, esperando que los meses
Dejen atrás ese nubarrón de arena
Que ciñen las aceras de polvo,
Y que un día la zancada de la cigüeña
Por lo alto de tus tejas,
Me cruce con tus vidas por las aceras.