Muy triste fue el día de ayer,
A mi puerta toco un niño
Con sus manos extendidas pidiendo algo para comer,
Desconsolado lloraba, solo pedía un poco de cariño.
Miré en sus ojos la tristeza,
La angustia y el olvido
El dolor que produce la pobreza,
De aquel pequeñín desprotegido.
Su cuerpecito endeble,
Dejaba ver los estragos del hambre
Entendí que ayudar un poco es posible,
Para que en el futuro este niño sea un buen hombre.
Es mucha la miseria,
Que se ve por doquier
Y tan grande nuestra indiferencia,
Ante esta escena como la de ayer.
Cuando tumbado estés en tu lecho,
Acuérdate de este niño agobiado
Que no posee ni siquiera un techo,
Ni una familia por la que se sienta amado.
Ángel R. Anaya
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