Señor…No me has dejado nada,
por donde te busque
me sales con trabas,
me haces sentir en una manada
de lobos hambrientos
que por mi vida reclaman.
En oscuras noches
mi perseguidor
es un despiadado rufian
que a mi vida llega
y hace sentir el penar,
me mira callado,
esperando la oportunidad,
de engullirme completa
sin ninguna piedad.
Y te acusa…
Me dice:
“ ¿Dónde está aquel
que decía ser tu justicia?
Aquel que juró redimirte,
Levantando como a Job
del polvo tu vida.
Te ha dejado sin nada…
Y tu, tan tonta, insistes
sin obtener aquello
que tanto soñabas y esperabas.
No seas tonta…
¿Qué haces aún
frente a sus pies postrada?”
Y mirándole le respondo:
¡¡Cállate¡¡ Vete a tu lugar determinante.
Aquel a quien acusas,
es mi Padre,
de mi vida el amante,
el guardían de mis noches,
el más fuerte escudo,
y aún en su silencio
se que no está ajeno a mi mundo.
Así que mejor te devuelves
con esos grilletes
que traes para ponerme.
Hace tiempo te diría:
Vé y colócaselos a los tontos
que se dejan
y viven derrotados,
deprimentes.
Hoy ni eso te dejo hacer.
Vete al lugar declarado
para tu burla y vergüenza pública
allí en ese Gólgota
frente al madero,
donde aquel inocente
te pudo vencer.
Allí te ordeno enmudecer,
Permanecer inmóvil
Al despojarte de tu poder,
Pues aquel
que entrega la victoria
Me ha susurrado
que no eres enemigo
por el cual temer,
mucho menos
eres considerado
rival poderoso
contra aquel
a quien ni la muerte
le pudo sostener.