Tienen tanta ternura tus ojos bellos que cualquiera quisiera mirarse en ellos. Apenas descendida del alto cielo, y ya tienes la gracia de los luceros. Sueñas aún los ángeles que te trajeron y aún juegas con ellos en tus recreos. ¡Ay, mi linda chiquilla, cuánto te quiero! Hacia ti van ahora mis pensamientos. Es tu pura inocencia como el reflejo de la luna purísima del firmamento. Juegas con los claveles tu sueño incierto entre espacios de nubes que arrastra el viento. Cuando lloras, tus lágrimas, al ir cayendo, son como cascadillas de sentimientos. Juega, sueña, chiquilla, róbale al tiempo lo mejor de sus horas y sus ensueños. Tejeré una guirnalda de brisa y fuego para que en ella guardes todos tus besos. Te llevaré en la tarde de mis recuerdos, peregrino sediento de los desiertos. Algún día, mañana vendrán los ecos a decirte al oído cuánto te quiero. P.-P.-P P.Heriberto Bravo Bravo. SS.CC