Silvestre canto, de las flores blancas.
Con tonadas de abejas encendidas,
volando esplendorosas, presumidas;
delirando mi mente por ser francos.
Tú, la única verdad que me cautiva,
la que siempre me atrapa y me enamoro.
Porque guarda la luz de aquella aurora,
que ahuyento la tristeza consecutiva.
Ven y bebe las mieles de mi boca,
disfruta los jardines Laura mariposa,
y posa tu aleteo sobre mi dura roca.
Tú serás la ilusión eternizada,
la materia invisible que me cubra,
Y el brillo reflejado en la mirada.