Faltó poco, llegamos al fin de desierto,
debo gradecer a la constelación,
que nos guió en la oscura dimensión.
Aquí medimos el tiempo de los muertos.
Cuantas angustias sentí cuando brilló,
lagrimas en la mejilla de mi dama,
le pase mi dedo y le pedí calma,
y alivio en mi cuerpo cálido halló.
El desierto en todo momento es impío,
la noche fría, de día será infierno,
no importa si es verano o invierno,
mañana con el sol volverá el estío.
No me pida que te deje el deber es mío
Amor apóyate en mí y, apresura
los pasos, detrás de aquella llanura.
en el mapa esta dibujada un rio.
Por fin dama mía en el rio prometido,
la civilizacíon está al otro lado,
descansa mujer, esos pies maltratados.
Estoy ogulloso de ti por haber resistido.
Ahora ya estamos al otro lado del margen,
gracia al pescador que nos brindo su ayuda,
Juntos aprobamos la prueba más cruda.
Te dejo mi señora pero llevo en mí tu imagen.
Autor: Alcibiades Noceda Medina