Me acuerdo de aquellos momentos,
que con dulzura decias; este es mi hijo,
una fuerza sentía al oir tus sentimientos,
pero sin poder decir que tu boca me dijo.
No necesite jamás, oir que me querías,
porque sentía tus manos al arroparme,
y en tus ojos, el querer complacerme,
consintiendo muchas de mis tonterías.
¡ Cuanto te echo de menos padre mio !,
ahora no tengo ese amor desinteresado,
ese amor sin esperar nada del mio.
Solo quiero decir, que tu sangre es la mía,
y aunque no te dije, siempre te he querido,
y por volver a tenerte, mi vída daría.
JLM