Abriendo las manos tome su talle, la abracé
besé sus labios, limpié sus mórbidas lágrimas
lavé su piel curtida por aguas pasajeras
y la amé, cerrando sus cicatrices viejas
Después que se vio como una reina
buscó el trono de un rey que la embargara
de oro, finas joyas y dispusiera
de su tiempo y su plegaria
Mas el oro fue oropel, un mar de llanto
el rojez del vino embriago de cosa mala
derrotada fue grande en su quebranto
arrojada fue a la basura como mustia cala
¡Ah! volvió aquel día arrepentida, doblegada
hecho Jirones su cuerpo mancillado lloraba
como hoja seca en aguas turbias temblaba
comprendió que el amor nadie embarga
y que más me quedó y como la amaba
Abriendo los brazos cogí a aquella ánima
lave su piel turbia, peine sus crinejas
besé sus labios, sequé su gruesa lágrima
y la amé, cerrando sus cicatrices viejas