Sonries,
y entonces,
la tristeza sucumbe,
vuela como una nube impura,
deshaciendo noches,
perdiéndose a lo lejos,
leve, oscura.
Sonries,
y mi vida estremeces,
haciendo delirantes mis atardeceres,
dando una inmensa luz a mi aliento,
imaginando mis dias,
haciéndolos nuevos a cada momento,
renaciendo a cada mirada,
creciendo como el viento,
alargando tus manos,
como el aire que murmulla,
abrazándome,
como el arroyo al agua azul,
que anida en tu regazo,
con ese palpitante halo,
con ese fulgor tan humano,
que hace sonreir mi vida,
con el simple acto de darme la mano.
Sonries,
y de tus labios enamorados,
surge una luz difusa,
que encandila mi corazón apagado,
seduce a mis crepúsculos,
y hace hermoso este silencio de cielo,
esta nostalgia de tiempo solitario.