Los reproches no sirven de nada,
puede ser que alguna angustia guarde,
y sin perder se salga,
pero solo me reflejo en el resplandor,
de tu alma tan buena, tan generosa,
que solo por ella deslizo mi humilde mirada,
para saber si estas ahí,
si eres feliz con tu alma,
y tus ojos me sonríen,
y mi mirada vaga al no tenerte,
al extaciarme en la agonía de la espera,
de tu dulce vuelta,
de las estrellas que adornan tu cabeza,
y los reflejos de mi alma,
que anhelan tu presencia,
que aguardan tu llegada,
como las golondrinas,
que se alborotan cuando juntas están,
así te siento en mi cabeza,
cuando me haces volar...