No me olvido de tu silencio,
ni de tu sombra, ni del tiempo,
sigues reflejada en la luna y en mi lamento,
siendo brujita de nadie y de mis miedos.
Rezo cada año, por tus ruegos,
siendo estrella de una noche sin momentos,
regalándote una lágrima con el viento,
dejándote mi ternura y mi anhelo.
Y en el mar, una vela yo te enciendo,
dándote la luz, que apagué en mis aposentos,
acunándote entre sonrisas con sabor a besos,
despidiéndome de tí, con un adiós de caramelo.
En algún lugar, algún día nos encontraremos,
ofreciéndote mi perdón con un inmenso te quiero,
mientras, no te olvido, y mucho te recuerdo,
brujita de mi alma, conmigo siempre en mis sueños.