A merced del tiempo mi alma espera,
se consume, se vomita, se flagela;
a merced del tiempo mi alma espera
la hiel que hiede su boca blasfema.
Éramos arte, la poesía perfecta,
sinfonía afónica y sedienta.
Éramos mar puro que ahora se infecta
y convierte el amor en compra-venta.
Tú eras sol de pasión ardiente
y yo la luna pálida que fluye tenue.
Éramos uno en una cama que ya no siente
vibrar el tiempo en su bombeo estridente.
Grita en silencio el corazón, a escondidas,
y tú le mientes. Dices que busque una ilusión,
mantenga la cordura y la razón, y se estremece.
Volveremos a vernos entre nubes de algodón.
Quizás se bañe en litros de alcohol y caiga enfermo.
¿Me juras un amor que no marchite el tiempo?
Tan puro, tan sublime. sempiterno.
¿Y te marchas, o te me arrebata el viento?
Pues no lo acepto.
Así se pudra el mundo a mi alrededor
o se congele el infierno.
Antes que mueras tú, que se pare el tiempo.