Todo se estira al máximo al morir,
aunque haya un eufemismo en cada pata,
aunque a veces dudéis de si la vida
se despereza al despertar del sueño,
aunque a veces creáis que vuestro chicle,
tan oxidado, quedará en el suelo
cuando lo pise y estire la muerte.
Todo se estira al máximo al morir:
estas olas que arañan en la arena
una exhausta caricia y dejan sal;
la sombra que atardece en aquel niño
que se ve gigante en sus batallas;
y también la medusa y su blancura
planas, tan aplastadas por el sol
que retumba su luz casi asfixiada.
Todo se estira al máximo al morir,
como el dogal de la brutal justicia,
como la sierpe en la fatal caída.
Todo se estira al máximo al morir,
aunque a veces dudéis de si la vida
se despereza al despertar de un sueño.
La vida va muriéndose en las olas,
y en la sal, y en la arena, no en la mar.