En Medio Oriente, sus labios es aurora,
su cuerpo, hay arena del desiertos.
Los amos, las miran con ojos abiertos.
Miraron ayer y, siguen mirando ahora.
La pretenden plebes, también godos.
Hasta ahora nadie canta victoria,
desde lejos describo su historia.
Tal vez llego primero ante que todos.
Cada día se conmemoran aniversarios,
donde ella vive. Arduo monumentos,
que en un tiempo fueron parlamentos,
ahora son trofeo, como esfinges milenarios.
Mi princesa surgió de ceniza, no de soflama,
ella es vestigio de una antigua llama.
Autor: Alcibíades Noceda Medina