Aun recuerdo
aquellos lejanos dias,
Con sus innumerables
y largas caminatas;
Matizadas
por sus grandes cargas de acedias,
Que veianse acentuadas
al ver nuestra vida pasar,
Como ajenas separatas.
Se escuchaba el razgar
de un requinto melancolico
Por la noche,
Acompañado por un pausado
y mustio recitar.
Sin embargo no existia en ellos
Nota alguna de reproche,
Si no que simplemente evocaban
La dulzura de unos labios;
Que para mis adentros
Me hacia recordar
la suavidad de los tuyos,
Cuando sediento de ellos
Los solia yo libar.
Hoy vivo en un mundo
Desenvolviendome como un fantoche,
Movido por inexorables
e invisibles hilos;
Sujetos a la voluntad insaciable
De algun alimoche.
Para el cual
carecen de valor aquellos lejanos dias,
Que hoy guardo muy dentro de mi;
Como te atesoro a ti tambien,
Muy dentro de estas mis memorias.