Me encontré, recordando mi niñez, mi adolescencia, mi madures.
Recordaba aquella calesita de barrio, que me hizo tan feliz, ese circo que me hacia reír, y a la vez llorar.
Aquella plaza, donde recorría sus veredas, tomada de tu mano, aquella donde los domingos a la tardecita, nos encontrábamos, jugando a la rayuela, tomando mates, con aquellos pastelitos que tan gustosos los devorábamos.
Los cumpleaños de mis amigas, esos que sus madres se empeñaban, para que saliera todo bien, la piñata, yo me tapaba los oídos, porque siempre les tuve miedo al ruido que hacían cuando se reventaban, creo que hasta el día de hoy, me pasa lo mismo.
Recuerdo tu primer beso, de niña aun, cuando todas las chicas te miraban, y yo sentía una gran pesar, también el día que me preguntaste. ¿Queres ser mi novia? Yo no sabia que contestarte, aunque lo estaba presintiendo.
Nuestros encuentros, también nuestras peleas, después vino nuestro compromiso, recuerdo a mi padre, que me avasallo con preguntas, después nuestro anhelado casamiento, la llegada de nuestras hijas.
Que eran una bendición de Dios.
Todo fue duro para nosotros, voy llegando a los sesenta ya ves, vamos quedándonos solos, como hace años atrás, volviendo a ser aquellas dos personas que a lo largo del camino, siguieron amándose, y seguirán protegiéndose como hace años.
Hoy al recordar todas estas etapas, unas tristes, otras llenas de felicidad, quería dejarlas escritas, para que mañana si mi mente no este lucida, en una hoja quede el hermoso recuerdo de una mujer, hacia todo lo que amo.