Quiero ver felices a tus ojos,
sonreír contigo, llorar contigo también.
Del mismo modo en que te siento
yo necesito que me sientas
y verte crecer de a poco,
debilitando la memoria que me traslada
al meritorio castigo
de pensarte mía de en sueños.
No es exigirte demasiado,
mi alma no se exige por ti.
No es una lucha constante amarte,
es simplemente rendirme
por verte luego triunfar.
Es caer cómplicemente
por acceder al ritual de tu tacto.
Donde una rosa embriaga de rocío.
Y por rozar tus manos,
cual flores recelosas
se encierran en mis noches.
Pensándome rocío por probar de ti.
Habré de postergar mis ansias
de poderte enamorar,
que me permita la atmósfera danzante
atomizarme en un adiós,
descubriéndote por dentro,
como achante ladrón
que le hurta a un sueño
indicios de ilusión.
Sintiéndote así
no puedo permitirle al deseo
arrebatante de un descuido,
derrumbar tu mirada
con que a menudo sueño.
Y perderme de acceder
al tren que te traslada lejana
pero pendiente en mí.
Donde pensarte mía
se convierta en realidad
y mi dominio de dicha
fluya de presente.
Viendo felices a tus ojos,
sonriendo contigo,
llorando contigo también.
Finalizando esta historia
sin observar desde afuera,
siendo en tu viaje
el único pasajero.