Se oyen trinos de alborada
que despiertan los sentidos,
que aceleran los latidos,
en la frágil luz dorada,.
de los pájaros perdidos
que, volando en algarada,
van haciendo su parada
en los páramos henchidos
del olor a primavera,
a romero o hierbabuena
que en silencio a veces suena
y en la soledad se altera.
Vuela grácil mariposa
de la rosa a la azalea
y en el aire balancea
las violetas primorosas
que, invadiendo la azotea,
pujan porque allí las vean
la abejas hacendosas.
Y ese sol aún temeroso
que se luce ya encendido
de su orgullo bien henchido
como un soplo caluroso,
nos indica que ha vencido
al invierno cauteloso
que, ya viejo y achacoso,
da el asalto por perdido.
Ya las copas se han vestido
de esmeralda, blanco y grana,
de los brotes que se afanan
por lucirse florecidos.
Una alfombra se ha tendido
por la hierba que se aplana
y que repta con desgana
por el prado humedecido.
Ya llegó la primavera
y florecen los amores,
visten besos de colores
con estambres de quimeras.
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