Todo comenzó en el verano,
sentado en una playa hermosa,
observando el horizonte lejano,
y sintiendo la brisa tan calurosa.
La brisa golpeaba mi cabello,
y la arena lucía muy brillosa,
hasta que llegó un ser tan bello,
que parecía una preciosa diosa.
Sus ojos brillaban más que la arena,
y su piel lucía más hermosa que el mar,
sus labios no reflejaban ninguna pena,
y mi vista de su cuerpo se quería colmar.
Nunca pensé tener un ángel tan cerca,
que hiciera que mi razón se perdiera,
con tanta belleza pensaba que serías terca,
pensaba que serías peor que una fiera.
Pero la humildad dominó tu hermosura,
e hizo que cambiara mi opinión de tí,
pensé que luego de vivir una vida tan dura,
lo mejor sería que pudieras amarme a mí.
Pero éso sólo puede ser un deseo,
o más bien sería una completa rareza,
aunque ahora sólo me conformo con lo que veo,
me comformo con contemplar tanta belleza.
EFRAIN TRINIDAD RODRIGUEZ
Morovis, Puerto Rico
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