De tanto Lucero como hay en el Cielo
Ninguno tan Bello como aquella Anciana
Que secó mis Ojos, y Cumplió mi Anhelo
De manos más suaves que una Porcelana.
Antes de Nacer, me cuidó y me quiso
Sufrió ante el peligro de verme Crecer
ya cano el cabello, en su dulce hechizo
Al Niño, a su Niño, siempre pudo ver.
Extraño tu Fuerza, tu Dulce estoicismo
¿Porqué Fuiste madre al Viaje Final,
Si Junto a tu Figura, tu gran heroísmo
No Hubo ni un peligro que fuera fatal?
Al lado de Dios, me esperas Piadosa
Esperando en cambio, no Muera jamás
Que viva mil Años, Pues como una Diosa
Al Dios Siempre Eterno, por mi Pedirás.
¡¡¡Tus Nietos, Acaso, de ti no se Acuerden,
Pero tu Presentes, Siempre los tendrás,
Quizá como un Sueño, ellos te Recuerden
Y este diez de mayo, Por ti Llorarán ¡¡¡.
Poza Rica, Veracruz. 19 de Diciembre de 2005