Azul Sideral

Yo traigo mi silencio de azul sidéreo y frío,
un zafiro en la gema del rojo vulcanismo,
un divino misterio de raro cromatismo
frente al ritmo sonoro del sténtoro estío.

Es que la turba adora su ídolo y su feudo,
y no comprende el ritmo de mi psique alada,
la línea que en el Caos traza mi espada,
o el numen que habita en mi jardín interno y rudo.

¡Oh, la ironía! Líbia de confusos espejismos,
donde naufraga el alma que busca un firmamento.
Yo bebo en la crisálida de los silogismos,
en la blanca raíz de la lógica de acento.

Es mi silencio un cisne de nieve y de armonía,
una máscara pálida, un sutil parabién.
Cada instante es un mármol de pórfido y de día,
cada gesto, un poema medido con desdén.

Mas no es luto este azul de mi alma visionaria,
es el sello de un Príncipe de otro Edén celeste,
es la estrofa que canta una historia nefasta
en la lírica sombra de un crepúsculo agreste.

Ser el zafiro inmóvil en la fiebre sonora
es guardar el secreto de un divino planeta.
¡Es tener la ceniza de una aurora que llora
y el laurel de una mente que el vulgo no aquieta!