Aquella mañana despertó cansada
otro día igual de rutina sin par
se decía la hormiga suspirando inquieta.
Nubes de algodón en mi patio trasero
esencia a vainilla en mi alacena,
y un cerro de platos que lavar no quisiera.
Aquella mañana tomó la escoba
se fue hasta la pieza ¡Qué fea lucia!.
Barrió con esmero y puso lavanda en un viejo florero.
Preparó la merienda con rayos de luna
pedazos de azúcar y esencia ninguna.
Sentosé en la mesa, un viejo cuaderno
y lápiz en ristre, comenzó escribiendo
palabra a palabra como flor que se abre
secreta, bajo los rayos de un sol ardiente.
Llego el hormigón con cara de enojo.
-¿Qué pasa, qué pasa? Preguntó ella.
-"¿ Como puedes perder todo tu tiempo, en tu viejo cuaderno escribiendo poemas?"-
Ella calló y en silencio una sola lágrima
se escapó de su rostro, no por vez primera.
Pero aquella noche,algo distinto ocurrió con ella.
Sirvió como siempre sin pronunciar palabra, a su marido, el gran hormigón la cena.
Más ella sacudió con pena sus cortos cabellos, apilando los vasos, lavando las ollas,dejando guardados platos y servilletas en la vieja alacena.
Tomó sus sombrero y una vieja maleta.
Cuando todos dormían pasito a pasito
se encamino poco a poco hasta la puerta.
Lanzando un suspiro, tomó su maleta.
En esa maleta llevaba un cuaderno
regados con lágrimas y a veces con risas.
Salió de su casa, respirando hondo
caminando por las calles, por fin ya sin prisa.
Y vió a lo lejos un inquieto lucero
como en la plegaria que a veces rezaba.
Lucero,lucero que dulce luz de tus brazos emana.
Quisiera envolverme , en ese abrazo en esta madrugada.
Más ya llega a hurtadillas asomándose el alba
Y usted ya se va, a dormir junto a las estrellas en esa ventana.
Lucero, lucero quiero que sepa que no lo buscaré si ud. no me llama.
Tómo su maleta, siguió su camino pasito a pasito
a su nueva casa,
una verde hoja con olor a cerezos donde se tendió en su nueva cama.
Y observando el cielo al ver al lucero, se durmió plácida aquella mañana.