Llegó sin proponérselo siquiera, a mi vida,
y lo recibí también, sin haberlo esperado,
yo, transitando los grises de la monotonía,
y él, con una carga muy grande en su pasado.
Al principio las dudas, el temor, la desconfianza,
ocuparon sin tregua, nuestras almas cansadas,
y las fueron cubriendo con un manto de organza,
permitiendo que un día murieran asfixiadas.
Llegó a ser un amor efímero, como certero,
lleno de sentimientos y de locas pasiones,
que vivimos cual dos adolescentes en celo,
quedando sólo cenizas en nuestros corazones.
® Susana Valenzuela
03-11-09