He profanado mis versos,
me erosioné mutilándolos
deliberadamente
en la mesa de la elaboración.
Les practiqué incisiones,
les acodé ideas,
usando el acéptico bisturí
de las imperantes formas,
a veces incompatibles con el alma,
y al fin logré cortar
el cordón umbilical de mi suspiro,
que atado a la cintura de la vida
sabía sonrojarse palpitando.
Fue como robotizar el pensamiento,
sesgar las alas,instalar la escarcha
en el ancestral cofre del pecho,
midiendo cada espacio del aliento
para cercenarlo en el límite preciso.
Por esa culpa mis versos
han colgado la pasión
sobre la cruz de cada estrella.
Ahora luzco la oquedad
del nido estéril,
joya sin precio ante la ausencia
de los pájaros.
Elsa Tebere de Ferraro