Aun conservo aquellas fotos, las miro y es como si fue ayer, pero están amarillas por los años.
Te veo tan lindo, arrogante, joven, y esos ojos que solamente vos los tenias, celestes, muy celestes.
Parecería que con tu mirada quisieras decirme algo, acaricie tu rostro muy joven, y te recuerdo como si los años no pasaron para vos.
Seguía compenetrada en tus fotos, cada una de ellas, eran una parte nuestra vivida, cada una de ellas eran hermosos recuerdos, que hace años pasaron, pero las estaba viviendo en mi memoria.
Estas fotos tuyas, las llevo en el corazón, muy adentro, porque vos me diste tu corazón, y fue mío, hasta que Dios te llevo.
Hoy llena de nostalgia, pero alegre, así como vos querías verme, te recuerdo, justo en este mes de diciembre, donde se huele a incienso, pino y mirra.
Seguiré soñándote, seguiré esperándote, aunque sea para que vengas en las noches y me arropes en silencio para no despertarme.
Querido papa, otra Navidad, y no te tengo.