Sufriendo quedé triste en el sendero,
la razón, es que el tiempo no perdona,
a pesar que amor hallé en tu persona,
y los dos, nos profesamos amor sincero.
Eres dueña de mi ser y de toda mi razón,
aun sabiendo que amarte, ya no puede ser,
cómo, ahuyento de mí la pasión del ayer,
que refugiándose, quedó en mi corazón.
En tu franca persona aun estoy inmerso,
Cuan dichoso fui en tu forma de vida,
permanecerás allí en mi memoria extendida
recreando todavía momento fabuloso.
Extraño tu mano tibia entres la mía,
Sentir su tibieza de nuevo, aun es mi porfía.