He regalado a mi amor
a la locura
para que pueda pasear
con ella de la cintura.
Él me ha devuelto la cordura
para que pueda contarles a mis amigos
que tengo cura…
he pensado también
hacernos todos juntos,
de casa,
una comuna, lejos, muy lejos
allí en la luna.
Pediré que venga la ternura,
a contener con ella la dictadura,
que no se pueda pisar los pájaros
con armaduras. De mis lágrimas
haré una charca
que pisaré, continuamente, desnuda
fuera de las miradas
de los que apuntan
siempre, con la distancia,
su empuñadura.