Duele la soledad,
es una llaga abierta
en el silencio,
en la alcoba,
en las paredes,
en el fondo mismo
de la conciencia.
Es un grifo de metal
goteando, día y noche,
lágrimas de un dolor amargo,
inmisericorde.
La soledad es un fantasma
que nos acosa en las sombras
con el peso
de su presencia impertinente,
y en el día
se refugia, cobarde,
detrás del ruido y los rostros
y las voces y las risas
y los minutos distraídos
en cosas sin importancia.
Para volver por la noche,
sin piedad,
sin reverencia,
y se adueña de la conciencia
con terquedad insaciable.-
Eduardo Ritter Bonilla.