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Poema
Categoría: Pensamientos

Canto de Cabellos y Cadenas

¡Oh, templo de mármol podrido!

¡Escuela que en nombre de Apolo encadenas
lo que Dionisio hizo libre en la carne!
¿Con qué derecho, con qué ley de ceniza,
te atreves a podar la selva sagrada
que en cada cráneo adolescente florece?

No es pelo lo que cortas —¡mísero error!—
es lenguaje. Es oráculo. Es himno.
Es la primera bandera que el alma ondea
antes de aprender a firmar su nombre.
Y tú, con tijeras de burocracia fría,
lo reduces a norma, a silencio, a cifra,
como si la disciplina naciera del miedo
y no del fuego que enciende el pensamiento.

¡Mentís al decir que educas!
Educar es desatar, no amordazar.
Es abrir puertas, no medir pasillos.
Es enseñar a navegar tormentas,
no a recortar velas para que el viento
no te despeine el orden de tu inmovilidad.

Mientras tanto, los sabios del Ministerio
—sacerdotes de estadísticas huecas—
adoran ídolos hechos de porcentajes,
y miden el alma con reglas de cartón.
Celebran logros que no existen,
mientras el hambre de sentido
se pudre en los pasillos del olvido.
¡Oh, cifras sagradas del partido en turno!
¿Acaso el alma se gradúa
cuando el promedio sube
y la rebeldía baja?

Y la tecnología —¡oh, nueva herejía!—
la destierran como si fuera pecado,
no por dañina, sino por incontrolable.
Porque no saben domarla,
porque les quema las manos
esa llama que no nace del libro,
sino del pulso del mundo.
Prefieren la tiza al tacto,
el grito al algoritmo,
la obediencia al código.
¡Qué tristeza de dioses sin rayos!

Exigen que los jóvenes piensen libremente,
pero les prohíben vestir su libertad.
¡Paradoja digna del infierno más irónico!
Predican el pensamiento crítico
mientras castigan la expresión más íntima:
el cuerpo que se nombra a sí mismo
con un corte, un rizo, un color, un gesto.
¿Cómo sembrar alas
si primero les cortas las raíces?

No, no es desorden lo que ves en ellos.
Es el espejo roto de tu fracaso.
Tú, sistema que no supiste evolucionar,
que teme al cambio como al abismo,
que prefiere regresar a la represión
antes que admitir que ya no mandas
en el reino de las mentes vivas.

Porque el verdadero caos
no está en el pelo largo ni en el celular encendido.
Está en las aulas donde el tiempo se pudre,
donde lo urgente del mundo
—la tierra que arde,
las identidades que se nombran,
la ética del dato,
el grito por justicia—
es borrado por lecciones de ayer
que ni siquiera ayer entendieron.

¡Basta ya de culpar al espejo
por la fealdad del rostro que gobierna!
El alumno no es el problema:
es la profecía que te aterra.
Él ya vive en el futuro
mientras tú sigues enterrando el pasado
bajo capas de normas estéticas
que huelen a miedo y a polvo ministerial.

Que crezca su pelo como crece la verdad:
sin permiso, sin horario, sin forma impuesta.
Que su imagen sea altar y no delito.
Que su voz, aunque tiemble,
rompa el silencio de tus aulas vacías.

Porque cuando el sistema caiga —y caerá—
no será por anarquía,
sino por justicia.
Y en ese día,
los que hoy podan cabellos
pedirán perdón a las raíces
que no supieron regar.

Datos del Poema
  • Código: 395097
  • Fecha: 26 de Octubre de 2025
  • Categoría: Pensamientos
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: Azaroth
País: Costa RicaSexo: Sin Datos
Fecha de alta: 19 de Marzo de 2025
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