Arranca de mi memoria
tus caricias desenfrenadas,
drena de mi sangre
este amor de desvelada.
Te imploro, adelante;
colecciona mis lágrimas,
derrámalas en el mar
hogar de tu alma salada.
Arropa mis ojos y cégalos,
así no podré mirar más tu rostro,
borra de mis pensamientos tu imagen
que tanto adoro.
Desgarra de mi piel,
este deseo incesante;
por ese aroma de mujer,
que me hace rendir en el combate.
Enloquéceme de una vez
vuélveme insensata, incontrolable;
quítame la cordura,
para así, en la eterna locura,
poder olvidarte.