Con esta misma guitarra
maltratada por los años,
con unas cuerdas de nylon
y las demás de metal,
he tocado notas de alegría
y otras tantas de dolor.
He pulsado en su cordaje
mil tonadas de agonía
y he pulsado la armonía
que brota del corazón,
cuando canta el alma mía
al compás de una ilusión.
Con esta misma guitarra
ya medio desvencijada,
en su vieja compañía,
he despertado los ecos
de una pasión olvidada
o se ha quedado callada,
respetando en su silencio
momentos en que sufría.
He pulsado el diapasón
por sus seis cuerdas formado
para entonar mi canción
de ferviente enamorado,
ó para sacarle notas
de una tétrica emoción
en esas horas (no pocas)
en que sangró el corazón.
Con esta misma guitarra,
testigo fiel de mi vida
con el paso de los años,
he llorado desengaños,
le he puesto música triste
a cada ilusión perdida;
y he celebrado, cantando,
cada victoria obtenida.-
Eduardo Ritter Bonilla.