Quisiera velar en el cajón tú mirada,
Abrir las persianas que muestren a los ojos
Y dilucidar que viaje hilvanar hacia el olvido.
Imaginar tu rostro dulce y cariñoso
Mientras escalo el Everest en busca de la muerte.
Navegar por todos los océanos
Y luchar contra cualquier tempestad
Y retar a la vida, para no conmover más dolor
Que el propio de unas heridas
Y abandonarlas sin cicatrizar hasta que la sangre
Forme su riachuelo
Y deje a mi alma descansar.
Quisiera festejar la despedida con un vaso de vino,
Intoxicarme de alcohol hasta ver las lumbres
De un fuego extinto.
Alimentarme de veneno e incitar al cuerpo
Hasta los inimaginables limites,
Y poder maniatar los recuerdos desdichados
Y Quemarlos en una hoguera
Junto a las huellas de mis dedos.
Quisiera huir, y huir es lo que estoy haciendo.
No creo en el tiempo que necesita la imaginación
Para poder concebir un cuento de amor.
Estoy huyendo, de las calaveras que amordazan mis sueños
Y los hace añicos con los diamantes de la esperanza.
Quisiera avenirme aquí, cerca de las lápidas formadas en yeso,
Y crecer cómo la hierba al salir el sol,
Ser una huella de la naturaleza
Que dejó de ser vista a su alrededor.
Quisiera darte las gracias, pero no puedo,
Eres el daño que escalfa en mi caparazón,
Y que juega con el patrimonio de mi corazón.
Prefiero arriesgar mi suerte en los precipicios
Y jugar con los tonos de la muerte
Si así consigo encontrar acomodo
En algún lugar de mi mente
Y me ilustre a ser mi propio Dios.