Yo no escribo en sangrante herida, escribo sobre cicatrices,
que son callos en mi mente y, a veces se plasma en verso,
embelleciendo nuevamente amores de mí pasado venturoso,
que libando eternizó en el alma manjares de diversas matices.
No escribo historia llorando, solo historia que llora.
Si fuera o fuese poeta, escribiría más allá de mi piel,
tal vez soy poeta virtual, pues no uso lápiz ni papel.
Alguien escribió amor en mi corazón y, aun implora.
Bendito seré el día en que llegue el fin de la historia,
veneraré los labios que regalaron sus dulces néctares,
que prodigaron en pos del amor en aliviar mis pesares.
Ese supuesto tesoro que eternizó serenidad en mi memoria.
El insondable futuro del destino, no previó el sagrado presente.
Soy como el árbol que jamás soñó ser papel, murió por serlo,
no por voluntad propia se hizo pulpa, prefería ser siempre palo,
antes de ser papel donde lloran letras, por amor de la gente.