Códice de la Palabra Pura

Defiendo el idioma que anidó en mis abuelos,
ese río de sílabas que horadó mi columna.
No rompas con hachazos de moda su arquitectura:
el castellano ya era puente antes del todxs.

No necesitamos arrobar las vocales sagradas,
ni clavar x donde la historia talló sus diques.
El neutro ya existía en el abrazo del nosotros,
en el plural que incluye sin fracturar verbos.

¿Acaso no es violencia mutilar las palabras,
meter en corsés de e lo que el pueblo nombró libre?
El lenguaje es selva que crece sin decretos,
no laboratorio de activistas con bisturí y rencor.

Safo, Neruda, Lorca... ¿los reescribirías?
Sus versos estallan de humanidad sin compañeres.
El género no es cárcel, sino juego de espejos:
en el masculino universal, ya cabían todas las edades.

No soy guardián de tumbas, sé que el idioma vibra:
recibió del caló chaval, del taíno huracán.
Pero su savia sube por raíces, no por gritos,
y el inclusivo forzado es lluvia de ácido en su corteza.

Dejad que el pueblo decida con su habla cotidiana,
sin presiones de tribunas que odian la elegancia.
Si un día el elle florece natural en las plazas,
mi pluma lo abrazará... pero no a golpe de consigna.

El español no es tuyo ni mío: es de los siglos.
Respetemos su cauce de siglos y misterio.
Porque la verdadera inclusión no mutila, sino suma:
y este idioma, sin heridas, ya tiene puertas para el mundo.