Cuando de aquí yo me vaya, no voy a dejar silencios,
porque mi verbo es mi pluma, y destrozara los aceros,
de la mentira, injusticia, impurezas y lamentos,
logrando la pervivencia de mi voz allende al tiempo,
he de dejarles mi letra para que sigan viviendo,
asesinando rencores en mi nombre y mi recuerdo,
para sentir de esta forma, que en mi ausencia construyeron,
y, si mi guerra comprenden, yo voy a estar asistiendo.
Yo quiero dejarles risas, cielo azul, amor, misterio,
quiero dejarles un barco, que solo anclase en sus puertos,
una llama en su camino, casi las voces del tiempo,
el milagro, la tristeza, la plegaria hasta el requiebro,
el sol fulgente en la aurora, al mediodía mi beso,
y, si al final la tarde muere, todo un llegar en mis versos.
Yo voy a dejarles gente, para que sigan creyendo,
yo voy a dejarles noches bajo el mas intimo cielo,
cuando de aquí yo me marche todo volverá al comienzo,
tal vez un llanto, la tierra, el adiós, quizás silencio,
y al otro día la vida renaciendo en mil destellos,
nuevos seres en ella, nuevas sonrisas y afectos,
también mi espíritu fugado que continua viviendo,
y, si otra vez soy creado, es por seguirlos queriendo.
Cuando termine la vida por los caminos del tiempo,
cuando la luz sea sombra, cuando el sonido silencio,
cuando desanden su alma para encontrarse de nuevo,
y comprender que de otra forma continúan existiendo,
cuando no tengan ni rosas, ni espinas en su recuerdo,
yo los estaré esperando para salir a su encuentro.
Si después de diez mil siglos me buscasen en el viento,
y deseasen el reencuentro, no podrán desencontrarme,
porque después de los tiempos y más allá del silencio,
perdurara mi romance en ladridos de misterio,
y Dios volverá a juntarnos, para que otra vez nos amemos.
ALMAVIVA