Anoche, de puntitas te colaste en mi sueño. suavemente, enredadera te acurrucaste a mi derecha.
Tu sonrisa, gato-boca hizo su nido en la mÃa, jugueteando incansables, se perdieron en el tiempo.
Creció lentamente la tibieza de tu cuerpo enredándose y trepando por el mÃo floreciendo a cada suspiro.
Mi cuerpo se vistió de fuego al enraizar en el tuyo,
tus flores explotaron de lava ardiente derritiendo las mÃas,
maraña de piel y besos, brazos e intimidades evolucionando cósmicas,
revolviendo eras, creando estrellas, cometas y mundos.
Cada vez más dentro uno del otro en pasional crescendo,
estallando intermitente la melodÃa de nuestros cuerpos y nuestras almas,
volutas de fuego, volcánicas fumarolas alzándose hacia la inmensidad.
Amasijo de galaxias atropelladamente caóticas moviéndose al compás de nuestros jadeos,
creciendo inmensas en el inmenso universo, sin tiempo, sin conceptos, sin formas ni volúmenes.
Solo amor incandescente derritiendo a dos seres en un solo grito estertórico de fusión amorosa, estallando al universo.
y asà sintiendo, tocando, acariciando, besando, recordando, oliendo, reviviendo, deseando, suspirando.
Enredijo de cuerpos, almas y olores, asà nos encontró el sol naciente; fundidos uno en el otro.
José Luis Mendoza Aubert