Aquella noche se apago el murmullo,
Solo escuchaba una voz lejana,
Que me decía,” murió”.
Perturbada por los gritos y sollozos provenientes de otro lugar,
Mi mente se nubló de recuerdos.
Cuando reaccioné solté el teléfono y miré a mi madre,
¡Murió!, repetí y sentí como el frío penetraba a mis pulmones.
No podía respirar y lloré, luego llego el silencio.
Un silencio sepulcral que respondía a mi pregunta de ¿porqué?
Ya no podía conciliar el sueño, cerraba los ojos y recordaba viejos tiempo,
Que no parecían a ver estado tan lejos.
La mañana siguiente todo era gris,
En el ambiente había una quietud que martirizaba,
Y seguían en mi cabeza la misma pregunta ¿porqué?
Hace tan poco que te recordaba sano
Y ahora no puedo creer que ya no estarás.
Ese día fue el peor,
Llanto, sollozos, pena, dolor y al final resignación
Y recuerdos que pasaban en mi mente, como en una máquina del tiempo.
Fiestas, diversión, tristezas y momentos que marcaron nuestra amistad
Fuiste un amigo leal, sincero, tal vez te conocí poco tiempo, pero fue suficiente.
No fuiste como los demás.
El día de tu partida ha quedado registrado en mi mente,
Pero por lo menos sé que estas mejor allá
Y se que te pude decir cuanto te apreciaba y quería
Y se que físicamente ya no estas pero tu esencia aun existe
En los corazones de quienes te aman.
Siempre te recordaremos, algún día te volveremos a ver
En la eternidad.