No hay un néctar tan divino,
que se pueda disfrutar,
de la tierra, el más genuino,
como una copa de buen vino,
para, con placer, degustar,
como cuando el peregrino,
goza con un buen yantar.
Es por esto que el buen vino,
es del amor compañero,
y al corazón de destino,
con su color cristalino,
se cuela.y llega primero,
simulando, el libertino,
su afición de aventurero.
Que falte es un desatino,
es falta grave y cruel,
al no poder gozar de él,
todo se vuelve anodino,
y fatalmente adivino,
habré de acudir al vecino,
y que me preste un tonel.