Secando el drama
con lágrimas que me purifican,
siempre parece ser
madrugada en mi mente,
siempre tengo el corazón ebrio,
siempre ando dando tumbos.
Aquí me tienes para asesinarme,
te espero en las sombras,
cada vez más duro
a pesar de todo,
atacando de cara
a mi peor enemigo,
ese que me mira sonriente
frente al espejo.
Nunca pido ayuda,
tampoco la necesito,
no quiero tu atención,
ni tu empatía,
ni tu reconocimiento...
No quiero formar parte
de esta parodia...
Apático y crónico,
amparado en mí...
Ya no es un juego de críos,
ahora cada paso es decisivo.