Después de ver tu cuerpo entre mis brazos,
y de gozar tu boca a entero antojo,
sedienta de mi amor y de mi arrojo,
no puedes dar sin mí, más de dos pasos.
Los hombres, por demás, no son escasos,
pero ninguno encuentra en tu sonrojo,
la clave del amor, o del enojo,
que en tus mejillas, yace en mil pedazos.
Tu sabes bien, que a mí me pertenece,
el beso más ardiente de tu boca,
aquel, que nadie más ya se merece.
Y sabes por demás, que nunca habría,
otro hombre que te ansíe en forma loca;
por tanto, y sin dudar, ¡tu ya eres mía! (2006)