Crónica de los Espejos Honestos

Somos las piedras que no encajan en el mosaico,
los ángulos rotos donde se atora la mentira.
Mientras ellos bailan vals con máscaras de seda,
nos desangramos versos en la plaza vacía.

Nuestra lengua es un cuchillo tallando epitafios vivos,
cada sílaba, un relámpago que parte el cielo de los disfraces.
Nos señalan: "Locos los que amasan pan con verdad",
porque preferimos hambre a morder migajas fingidas.

Hay huellas de grillos en nuestras muñecas tranquilas,
cadenas que rompimos al rechazar el himno de la grey.
Nos quemaron por llevar el alma en las pupilas,
y de nuestras cenizas brotó un bosque de porqués.

Nos llaman insensatos por besar las cicatrices,
por escupir diamantes cuando piden carbón pulido.
Mientras ellos coleccionan sonrisas de plastilina,
nosotros plantamos huracanes en el jardín del olvido.

Nuestra casa es el exilio, nuestro dios la intemperie,
la piel marcada con mapas que ningún navegante lee.
Pero cuando caiga el telón de esta farsa elegante,
solo quedará el eco de los que mordimos la nada.

Y tallarán en mármol nuestro nombre maldito:
"Aquí yacen los que no supieron mentir".
Pero bajo la losa, raíces de palabras sinceras
empujarán la tierra hasta romper el porvenir.