Son mariposas posadas en tu cuerpo,
mis manos tibias, que de pasión palpitan,
cuando revolotean juguetonas,
erizando tu piel con mis caricias.
Soy de la mañana el rocío,
cuando penetras en mis ansias
y en mi estertor nace un suspiro,
porque transpiró como manantial,
cuando penetras mi vacío.
Tus jadeos son cascabeles alborotados de sensaciones,
cuando me amarras mis caderas.
Tu pasión me enerva,
cuando me arrancas un gemido
en medio de la madrugada insomne.
Son nuestros deseos, caballos desbocados,
que trotan al compás de nuestro contoneo,
cuando se funden tu locura y mi arrebato,
y llegamos a la cúspide satisfechos,
Tan, pero tan cansados que parecemos muertos.